Cada día, cuando usamos las redes sociales, un poquito de nuestro lenguaje se va perdiendo por el camino. Al igual que ocurre con la adaptación que hace la RAE a los nuevos tiempos, no solo debido a los neologismos, sino también a la aceptación de palabras anteriormente incorrectas, el mal uso de dichas redes está erosionando y dinamitando el castellano. La lengua de Cervantes ya no es lo que era, y somos muy pocos los que intentamos contribuir a su preservación a pesar de las muchas injerencias y transferencias que esta sufre a diario. Se me ponen los pelos de punta cuando leo u oigo expresiones antaño consideradas soeces y/o vulgares, sobre todo, cuando recuerdo que ya están admitidas oficialmente. Por tanto, llego a la conclusión siguiente: no importa hablar mal; al final seré una pionera e incluirán mi léxico de manera oficial para que no me sienta excluida. ¡Qué tristeza!
Mirad este vídeo; es muy interesante.
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